miércoles, 17 de junio de 2009

Finlandia, cien años de libertad

Finlandia es un país que me apasiona especialmente, aunque sólo he estado un par de días en Helsinki, he leído mucho sobre él y siento admiración por muchos de sus logros. No es cuestión de idealizar a nadie porque ya sabemos que en todas partes cuecen habas, pero pienso que es un país al que merece la pena acercarse, conocer su cultura, su historia, sus logros sociales y como no, su espectacular naturaleza.

Y mientras espero mi próximo viaje al mundo nórdico resulta que hoy se presenta un nuevo libro sobre el país báltico en el Instituto Iberoamericano de Finlandia, con sede en Madrid.

Finlandia, Cien Años de Libertad es un viaje por la historia desde las primeras elecciones libres en 1907, fecha en la que Finlandia era aún Ducado del Zar Alejandro I, hasta las últimas elecciones generales celebradas en 2007 en las que los conservadores vencen por primera vez en la historia al partido socialdemócrata. Con gran dominio de la narrativa, el autor rememora las Cartas Finlandesas del granadino Ángel Ganivet convirtiendo este libro en un homenaje a Finlandia y a nuestro Cónsul español del que se cumple 111 años de su muerte en el río Dvina de Riga. Han transcurrido poco más de un siglo y nuevamente otro andaluz, de Cádiz en esta ocasión, se dirige al gran público para dar a conocer, en ocasiones acudiendo al recurso de la ironía del autor de la generación del 98, los eventos más relevantes de este encomiable país. Divididos en 30 artículos y en un lenguaje ameno y sugerente, se abordan los aspectos centrales de la historia, la política, la economía, la sociedad, los valores culturales y las políticas de bienestar que han convertido a Finlandia en un referente a nivel mundial por sus elevados niveles educativos. Fuente texto

Instituto Iberoamericano de Finlandia

jueves, 11 de junio de 2009

Hvitträsk

En un lugar escarpado al borde del lago Vitträsk se encuentra uno de los edificios emblemáticos de Finlandia. La sociedad formada por el trío de arquitectos Herman Gesellius, Armas Lindgren y Eliel Saarinen construyó entre 1901 y 1903 una casa-estudio donde se proyectarían, entre otros trabajos, el Museo Nacional de Finlandia y la Estación Central de Helsinki.

La villa de Hvitträsk, construida en madera y piedra, es un relevante exponente del movimiento romántico-nacional que daría lugar en 1900 al Pabellón de Finlandia para la Exposición Universal de París, que constituyó todo un éxito para el país báltico y con el que Hvitträsk tiene evidentes similitudes.

Después de ser residencia de las tres familias de los arquitectos y tras diferentes vicisitudes, Hvitträsk fue comprada por el estado finlandés en 1981, en los años noventa del pasado siglo fue objeto de una importante restauración. En el año 2000 su titularidad fue transferida al Instituto Nacional de Antigüedades y abierto al público, siendo un lugar que no falta en los circuitos de viaje a Finlandia.

La localidad de Kirkkonummi, a 38 km de Helsinki, acoge esta villa que supone uno de los símbolos del Karelianismo, visitada por artistas como Jean Sibelius, Gustav Mahler y Akseli Gallen-Kallela.



sábado, 6 de junio de 2009

Pabellón de Finlandia de la Exposición Universal de París de 1900

Herman Gesellius, Armas Lindgren y Eliel Saarinen serían los artífices de que la arquitectura finlandesa se diera a conocer mundialmente. En pleno auge del movimiento karelianista, en la época dorada del arte finlandés, el diseño del Pabellón de Finlandia para la Exposición Universal de París de 1900 supuso un hito para la arquitectura finesa, convirtiéndose en un edificio emblemático.

París organizó consecutivamente dos exposiciones universales, en 1889 con motivo del centenario de la Revolución Francesa (para la cual se construyó la Torre Eiffel) y en 1900 bajo el título El balance de un siglo, con una mayor participación que la anterior y que además coincidiría con la celebración en la capital francesa de los Juegos Olímpicos.

Finlandia aún pertenecía al Imperio Ruso como Gran Ducado Autónomo, a pesar de ello presentó pabellón propio por primera vez en su historia, el cual supondría un motivo de reivindicación nacional en una época en la que Rusia intentó minar la autonomía finlandesa.

Era una gran oportunidad para presentar al mundo sus logros artísticos, científicos y económicos. El pabellón albergaba abundantes contenidos colocados con destreza. Los elogios que tuvo entre la prensa francesa, donde se alababa su imaginatividad, sencillez, elegancia y modernidad, tuvieron gran eco en Finlandia, pues suponía un valor de autoafirmación.

El edificio se inspiraba en las cabañas de los bosques fineses y en las antiguas iglesias; tenía una torre octogonal de base cuadrada en la que cuatro osos representaban la serenidad de los bosques nórdicos, realizados por el escultor Emil Wikström. En los tejados existían motivos relacionados con los lagos del país.

El pabellón fue un claro ejemplo del estilo romántico nacional, donde se mezcla el Art Nouveau, de carácter internacional, con la arquitectura rural finesa. La cúpula central se adornó con frescos realizados por Akseli Gallen-Kallela, con temas dedicados al Kalevala, con los que ganó la medalla de oro del certamen.

Gallen-Kallela contribuyó junto a Louis Sparre a la fundación del diseño finlandés, los muebles y elementos textiles de la Iris room, habitación del pabellón donde se exponía la decoración finlandesa de época, tuvieron una buena acogida.

Finalizada la exposición el pabellón fue derribado perdiéndose la escultura de los osos. De los frescos de Gallen-Kallela se conservaron unos bosquejos y se reprodujeron en 1928 para decorar el techo de la sala principal del Museo Nacional de Helsinki, obra precisamente de la sociedad formada por Gesellius, Lindgren y Saarinen.